Existen ciertas claves que necesariamente tienes que conocer antes de entrar en una hipoteca.
En primer lugar: ¿sabes la diferencia entre crédito y préstamo?
En el caso del crédito, puedes ir disponiendo del dinero facilitado por la entidad bancaria a medida que lo vayas necesitando, en cualquier cantidad hasta el límite del crédito y en cualquier momento durante el plazo de tiempo acordado. La condición siempre será que el dinero sea devuelto con los intereses y comisiones bancarias.
En el préstamo, el dinero pactado se recibe al inicio del contrato, de una sola vez y la devolución se debe hacer a través de cuotas periódicas. Es importante tener en cuenta que si no se paga la deuda en el préstamo hipotecario, la entidad bancaria puede hacer que se venda el inmueble mediante una ejecución judicial o extrajudicial, según lo establecido en el contrato, con el fin de recuperar la cantidad pendiente de pago.
¿Qué más debemos saber?
Importe: normalmente se ofrece el 80% del valor de la vivienda.
Tipo interés: fijo, variable y mixto. En el fijo se mantiene la misma cuota del préstamo (sin que influyan las subidas o bajadas de los tipos de interés) de forma constante a lo largo de la vida del préstamo. En el variable es al revés, es decir, sí irá en función de si bajen o suban los tipos de interés determinados en contrato. Por último el mixto se caracteriza por un inicio en el que se tiene un tipo de interés fijo durante un período, y luego pasa a ser variable.
Plazo del préstamo: cuanto mayor es el plazo, menores serán las cuotas, aunque el importe de los intereses es más elevado.
Periodo de carencia: es un concepto fundamental que pocas veces se tiene en cuenta cuando se valora un préstamo hipotecario. En ocasiones este ofrece la posibilidad de acogerse durante un cierto espacio de tiempo a un periodo de carencia durante el cual sólo se pagan intereses y no se amortiza capital.
Comisiones: destinadas a pagar a la entidad por el estudio, análisis y apertura de la operación solicitada.
Productos asociados: a todos estos gastos hay que sumar otros como el seguro de vida, el seguro de la vivienda, los gastos de gestoría y notariales, el Impuesto de actos Jurídicos, la inscripción en el registro de la propiedad… de los que ya te hablamos en un post anterior.