España y su país vecino son los únicos Estados de la Unión Europea que todavía mantienen el Impuesto de Patrimonio. Si bien en los años pre-crisis esta figura parecía ganar adeptos en la política europea internacional, el tiempo ha ido haciendo desaparecer el tributo dejando a Francia y nuestro país como una excepción, aunque Países Bajos tiene un impuesto parecido integrado en el IRPF.
El presidente francés Emmanuel Macron ha anunciado que lo eliminará en 2019, lo que dejaría a España como único país que mantendría este gravamen en la UE. Fuera de la UE, dos países europeos tienen impuestos similares: Noruega y Suiza.
¿Qué es el Impuesto de Patrimonio? Es un tributo anual, de carácter directo y naturaleza personal que grava el patrimonio neto del que fuesen titulares las personas físicas a fecha de 31 de diciembre de cada año.
En teoría el impuesto afecta a todo el mundo que tenga algún tipo de propiedad, pero a efectos prácticos existen unos límites: si nuestros bienes no alcanzan un determinado valor sólo se tributa a efectos informativos.
El mínimo exento, con carácter general, es de 700.000 euros, salvo en Aragón y Cataluña, que son 500.000. La vivienda habitual está exenta también hasta los 300.000 euros.
¿Cuándo se introdujo en España? El impuesto nació en 1977, aunque entonces se dijo que entraba en la legislación temporalmente. Se consolidó de forma definitiva en 1991. Durante su Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero lo suspendió en 2008, para recuperarlo en 2011 para reducir el déficit público. Desde entonces el Ejecutivo español ha prorrogado año a año el impuesto, que en 2016 ingresó unos 1.034 millones de euros (un 0,09% del PIB). La siguiente renovación se determinará en unas semanas, con los Presupuestos de 2018.